Fuente: Mizar Times
El Prefátima es muy difícil de acotar todo en tan solo unas pocas líneas. Para empezar, pongámonos en situación.
El Prefátima es una (pedazo) convivencia que se suele hacer en el Puente de la Inmaculada. ¿Dónde? En Torreciudad. (¿Dónde mejor?) Muchos clubes de distintas procedencias de nuestro país acuden al campeonato de fútbol que se organiza cada año. Esta “Winter Cup”, que así es como se la conoce, enfrenta a los mejores equipos, que es lo que hace que la competición sea de muy alto nivel.
Este año, Mizar A tuvo la habilidad de llegar hasta la final del torneo A contra D’Aran en un enfrentamiento que no estuvo exento de polémicas por un 2-3 muy ajustado con el que D’Aran arrebató la ansiada copa a Mizar. Por su parte, Mizar B dio mucho de que hablar, al clasificarse para el torneo B, un verdadero hito. Al final acabó cayendo en semifinales, pero nunca faltaron las ganas y el esfuerzo. Mención especial se merece la afición, que nunca paró de darlo todo.
Pero el Prefátima no fue solo el fútbol. Por supuesto, el primer lugar de la convivencia lo tiene la Virgen, que fuimos a visitarla a Torreciudad, a su casa, varias veces, tanto para la misa como para el rosario (y hasta para una tertulia con el gerente de Torreciudad que nos contó cosas muy interesantes sobre el santuario y la devoción a la Virgen). No puede faltar tampoco la visita a la residencia de ancianos, un buen momento para salir de nosotros
mismos y darnos a los demás. Nos nos olvidamos de la escapada de los de 2o de BACH con D. Manuel Villalobos a esquiar por el día de su cumpleaños.
En definitiva, una convivencia inolvidable que abarca todo: oración, deporte, amigos, solidaridad, risas, tertulias... Y todo, en cuatro días.
Este puente mientras que el bus con los mayores del club dirigía su rumbo al nordeste de España, otros (en este caso 2º de ESO) ya estaban en Ávila, en concreto en Pinar de Puenteviejo, listos para pasar unos días estupendos. Los chicos se alojaban en las casas de los Herranz Matas y de los Moreno Power (agradecemos la cesión de las casas infinitamente), y con un poco de calefacción y mantas se sobrevivió al frío que hizo, propio de la zona y del mes de diciembre.
La llegada se desarrolló normalmente, con una cena de bocatas y con el proceso de instalarse y de coger sitio para poder dormir apaciblemente. La mañana siguiente se presentaba fría, y tras un poco de desayuno para recuperar fuerzas, un rato de oración y fútbol, la gran mayoría se aventuraron a hacer una excursión con destino en la Torre de San Luis, un punto geodésico (es donde antiguamente se hacían los mapas).
Fue allí cuando una parte del grupo se separó para explorar la zona y buscar un supuesto cementerio que tenía que estar cerca y que al final no fue encontrado. Pero en esa búsqueda encontraron unos campos de cultivo en barbecho que atravesaron a la carrera, vieron a un venado que se lanzaron a seguir sin dudarlo ni un segundo, encontraron un lugar en el cual entrenan a palomas de competición (sí, parece ser que existen) y, lo más impresionante, encontraron una especia de arenas movedizas muy curiosas. Al final, tras una comida copiosa que algunos se ofrecieron a preparar, la tarde fue tranquila y con mucho fútbol. Por la tarde en la ermita de Pinar tuvieron Misa.
Ese día acabó con películas de tensión y miedo (El orfanato y Guerra Mundial Z) y, tras intentar olvidar las películas, todos fueron al sobre. El último día se presentaba de nuevo frío, pero se añadió la lluvia al cuadro. Tocaba ir a Ávila para visitar el santuario de Nuestra Señora de Sonsoles, el monasterio de Santa Teresa y a la hermana de Don Manuel, Sor Verónica. Así pues, desayuno, rato de oración, fútbol y más fútbol y finalmente, salida a Ávila. En el Santuario hubo ocasión para comer y tomarse unos chocolates calientes. Posteriormente los chicos llegaron a un Ávila lluvioso y frío y, tras visitar a Sor Verónica y acudir a la Santa Misa, llegó el momento de volver a Madrid.